lunes, 13 de septiembre de 2010

Pedro A. González Moreno: un importante y excelente poeta (II y final)


Foto (de Anibal de la Beldad): Pedro A. González Moreno y Miguel Galanes en El Empotro

Memoria poética II

Materia de los sueños: la memoria

Decía en la entrada anterior: Memoria poética (I), que no sé exactamente cuando conocí a Pedro A. González Moreno y así es, durante los años 90 sé que nos vimos en diferentes ocasiones y siempre, o casi siempre, en actos relacionados con la poesía. Sé que me pidió colaboración en varios homenajes que él realizaba en Pozuelo, entre ellos recuerdo uno a Rafael Montesinos. Sé que más tarde, con motivo de unas jornadas poéticas en Cambrils coincidimos y sé que, desde hace mucho tiempo, este poeta me ha parecido un poeta valioso además de una estupenda persona, por esta razón digo que Pedro A. González Moreno es un importante poeta que merece ser leído con atención y por ello, para que os animéis a leerlo, para que lo conozcáis mejor, os dejo una reseña que, en 2005, escribí de su poesía en general y de uno de sus libros en particular. La reseña la titulé Materia de los sueños: la memoria (igual que un poema que entonces escribí para él, un poema que nunca le dí y que os dejo hoy aquí , al final de esta entrada), porque Pedro A. González Moreno, con la memoria, nos ofrece su cosmovisión poética con personalísima voz, una voz que materializa la vida, funde los sueños con ella y hace de ella y por tanto de la poesía una significación verdadera,intangible y onírica materia, intemporal y luminosa.

MATERIA DE LOS SUEÑOS: LA MEMORIA

Calendario de sombras–Visor, 2005- que obtuvo el Premio TIFLOS, 2004 es, por el momento, la última entrega poética de Pedro A. González Moreno, un poeta y crítico, licenciado en filología Hispánica y profesor, que se dio a conocer con Señales de ceniza (1986), libro donde nos decía, con sentido de pérdida, mientras contemplaba la realidad de la vida, que ésta se destruye y, mientras la vivimos, la contemplamos, se convierte en ceniza. Fue Premio Joaquín Benito de Lucas.

Después, nos ofreció Pentagramas de silencio, libro que nos llegó avalado por el accésit del Premio ADONAIS en 1997. Este poemario era refugio en la distancia y el tiempo, ese tiempo que nos intuye y nos hace mientras nos va destruyendo, deshaciendo lenta, silenciosamente. Tras estas partituras de discurso y música temporal de vida, nos trajo El desván sumergido (1997). Un desván de sueños rotos y antiguos recuerdos que fue merecedor del Premio “Villa de Madrid” FRANCISCO DE QUEVEDO.

Señaló Miguel Galanes en el prólogo de este desván de la memoria que González Moreno “avanza por un espacio en profundidad hacia otras experiencias aún no vividas y que corresponde al lenguaje y su desdoblamiento.”

En este refugio existencial que es el desván ,sumergido en recuerdos antiguos, sueños rotos y tiempo trastocado por la memoria, entraba el poeta olvidándose de todo lo vivido, desnudo, fundido entre “las lavas de la memoria” y “muy despacio y sin ruido / con una cierta resignación de ahogado que tienen los recuerdos” El tiempo, ese tiempo que nos intuye primero, luego nos conforma y, tras hacernos, nos deshace, fue cubriéndonos para hacernos comprender “que las sombras son carne de otra memoria” y “en un extraño tiempo sin duración ni adverbios” nos llega ahora este Calendario de sombras con el que González Moreno nos acerca los fantasmas del tiempo, del amor, entre una realidad vivida y no vivida, con una emocionada y desamparada reflexión sobre el dolor y lo desposeído, . Restos de amor, sueños de tiempo, olvidos, ausencias y todo re-creado (como materia onírica) en este calendario que es la imagen de la existencia misma, hecha grafía de sueños, eco de memoria en el lenguaje escrito.

Todo lo que la casa de la memoria –que es sueño y realidad mezclado, fundido – atesora, surge aquí con un “desencanto iluminado” entre las sombras, a la vez que con “serenidad poética” en la trayectoria de un poeta coherente como González Moreno que escribe su discurso con la sangre del trazo y de la vida, con esa mezcla entre la experiencia de lo cierto y la conciencia de lo soñado.

Todo aquello que en libros anteriores nos ha hecho sentir González Moreno: el tiempo, el amor, el olvido, la transcendencia, lo destruido, lo contemplado, el despertar de aquello que perdimos... nos conduce a este nuevo libro donde el poeta , en su laberinto de hojas arrancadas al tiempo de la vida y los sueños, desde las sombras de este ahora de ausencia y desamparo, “de quien anda poniendo, por todas las esquinas / fecha al amor y nombre al desengaño”, nos ofrece.

Y después de ofrecernos vida y sueño ha bajado “a buscar el poema” y nosotros, los lectores, con él porque nos lleva a “regresar nuevamente / a ese espacio de sombras / a ese reino sin nadie donde habrá que inventarse / más luz para mañana”.
Ya Miguel Casado apuntó, sobre la escritura de Pedro A. González Moreno, que era una “escritura visionaria, por el modo en que sus imágenes se encadenan y van moviendo el mundo como en una densa navegación a la deriva, correlato de la lógica de los recuerdos”.

En el archivo que almacena en nosotros algo que ya no existe, el eco de la ausencia que un día fue tangible...”la memoria / dejó impresos sus blancos pentagramas / para que fuesen en ellos escribiendo la carne / su poema, su miedo, su dolor, su elegía”.

Por este Calendario de sombras, por esta casa de la memoria y también del olvido porque lo vivido muere y se transforma en materia de sueño, por ese tiempo ya sin ayer ni mañana, se pasea el poeta: “Si pudieran tocarse los recuerdos”, “Agua de sal y de erosión, que sólo / tiene la memoria ya de sus naufragios” y con todo esto, con este equipaje, baja el poeta a buscar el poema, “Pero el poema / (su verdad no escrita,)... Se queda ahí, aún no pronunciado”

¿Cómo describir con la palabra, con el lenguaje, aquello que, vivido o soñado, siente el alma a través de la carne y la memoria?
Esta brújula para sumergirse en un desván (que diría José Luis Morales) del tiempo es el principal elemento de búsqueda de todo poeta con auténtico proyecto poético sincero.

Pedro A. González Moreno lo tiene y –seguro estoy- seguirá “bajando al poema” buscando lo “aún no pronunciado” sobre la vida, el tiempo, el amor, sobre el olvido y nosotros, los lectores, seguiremos adentrándonos en su mundo, onírico y real, de sombras y de luces, para tratar de penetrar, con su lenguaje –coherente siempre y siempre en constante búsqueda- en esa materia de los sueños: la memoria, la de lo vivido y la de lo soñado en este desamparado y hermoso Calendario de sombras

Manuel López Azorín (Octubre de 2005)


Foto: Pedro A. González Noreno (centro) junto a Cristóbla López de la Manzanara (izquierda) Ängel García López (detrás, entre los dos),Jesús Hilario Tundidor y Miguel Galanes en la presentación del libro "55 años de Tertulia Hispanoamericana" Rafael Montesinos

(No recuerdo, pero me parece que la fotografía me la pasó Julio Santiago)

Excelente poeta Pedro A. González Moreno, un poeta que, al margen de cultivar y bien otros géneros literarios, es para tener siempre en cuenta.
Termino con la inclusión del poema, escrito al leer este Calendario de sombras, que doy a conocer hoy porque pensé incluirlo entonces; pero, finalmente, no me pareció adecuado para una reseña. Ahora sí.



MATERIA DE LOS SUEÑOS (la memoria)

Para Pedro A. González Moreno

La memoria es cobijo
de la desolación y la alegría.
Es el canto de un tiempo que se pierde o se gana
y ya mitificado, con su risa y su llanto,
se convierte en el sueño de un tiempo ya sin tiempo.

La memoria es el sueño de la infancia perdida,
de la tierra,el paisaje,
del patio, de la higuera, de los descubrimientos,
de la luz y la sombra...
y de las decepciones.

Es el sueño del sueño de vida que vivimos,
(es cantar lo perdido don Antonio Machado,
lo soñado, el amor, el gozo y la desdicha…)
Calendario de sombras que fueron luz un día
y, al hacerse palabra,
retornan con su llama de amor y de tristeza..

La memoria es cobijo
de la desolación y la alegría:
materia de los sueños hecha canto en palabras,
expresión verdadera de tiempo sucedido
que se abraza al ahora del siempre todavía
donde el verbo es la luz
que sueña y significa.


Manuel López Azorín (Inédito, 2005)

1 comentario:

Abelardo Martínez dijo...

Excelente tu blog Manuel, espero darme alguna vuelta por aquí. Abrazo